Detroit: Become Human fue desarrollado por Quantic Dream, un estudio francés fundado en 1997 por David Cage, conocido por su enfoque en experiencias narrativas interactivas. Antes de este juego, el estudio lanzó títulos destacados como Fahrenheit (2005), Heavy Rain (2010) y Beyond: Two Souls (2013).
Estos juegos comparten una fórmula basada en historias ramificadas, decisiones del jugador que alteran el curso de los eventos y un uso intensivo de la captura de movimiento para lograr animaciones realistas. Con Detroit: Become Human, Quantic Dream llevó esta fórmula a su punto más ambicioso, utilizando tecnología avanzada y una narrativa más compleja para explorar dilemas éticos y emocionales en un futuro dominado por la inteligencia artificial.
Detroit: Become Human sitúa su narrativa en el año 2038, en una versión futurista de Detroit donde los androides son parte integral de la sociedad. Sin embargo, algunos de estos androides comienzan a desarrollar emociones y desafían su programación. El juego sigue las historias de tres androides: Connor, un investigador encargado de lidiar con androides desviados; Kara, una androide doméstica que busca proteger a una niña en circunstancias adversas; y Markus, quien lidera un movimiento de liberación para los androides.
La historia explora temas como la identidad, el libre albedrío, la discriminación y los derechos de los seres conscientes. Aunque en general está bien ejecutado, presenta algunos momentos donde la narrativa se inclina hacia lugares comunes o forzados. A pesar de ello, el juego destaca por la profundidad emocional y la estructura ramificada de su historia.
La dirección, a cargo de David Cage, prioriza la narrativa visual y la construcción de tensión emocional. Los ángulos de cámara, el ritmo de los eventos y la interacción directa del jugador con los momentos críticos están diseñados para mantener el interés y reforzar la conexión emocional. Sin embargo, en algunos casos, la dirección peca de enfatizar demasiado ciertas escenas dramáticas, afectando su impacto.
Connor, Kara y Markus son los pilares de la narrativa. Cada uno tiene arcos bien definidos que exploran distintos aspectos de la conciencia androide y su relación con los humanos. Connor es meticuloso y profesional, Kara es empática y protectora, y Markus es idealista y revolucionario. Los personajes secundarios, aunque bien interpretados, no siempre tienen el mismo nivel de desarrollo, lo que puede restar profundidad a algunas subtramas.
El mensaje principal del juego se centra en cuestionar qué significa ser humano, explorando temas como la discriminación, la libertad y los derechos de los seres conscientes. A pesar de su relevancia, algunos paralelismos con eventos históricos y sociales reales se presentan de manera superficial, lo que puede restar impacto a su ejecución. Sin embargo, logra transmitir su intención de forma clara.
El título combina exploración, toma de decisiones y eventos de acción basados en Quick Time Events (QTEs). Las decisiones del jugador afectan significativamente el desarrollo de la historia, ofreciendo múltiples rutas y finales. Aunque las mecánicas son accesibles y funcionales, pueden resultar limitadas para quienes buscan mayor interacción o complejidad en la jugabilidad.
El juego sobresale en el apartado técnico, con animaciones faciales que capturan matices emocionales y refuerzan la inmersión. Esto es resultado de la captura de movimiento utilizada para los actores, que logra un alto nivel de realismo. Las animaciones corporales y las transiciones entre acciones están bien logradas, aunque algunos movimientos pueden parecer rígidos en entornos más dinámicos.
El nivel gráfico es sobresaliente, con modelos de personajes altamente detallados, escenarios realistas y efectos de iluminación avanzados. Cada entorno refleja con precisión la atmósfera de una sociedad futurista, desde los barrios marginales hasta los espacios más tecnológicos. La optimización en PC permite disfrutar de estos aspectos con mayor calidad en comparación con la versión original de PS4.
Detroit: Become Human es una obra destacable en el ámbito de las aventuras graficas. Su combinación de narrativa emocional, gráficos avanzados y un sistema de decisiones profundo lo convierte en una experiencia recomendada para los amantes del género. Aunque tiene algunos puntos débiles en su escritura y ciertas mecánicas repetitivas, su capacidad para involucrar al jugador en temas éticos y sociales relevantes lo eleva por encima de muchos otros títulos